Deshice las vueltas del último color de la cesta, se abría demasiado y quedaba muy blanda. El agua con cola no me gustó para endurecerla, ni tampoco el almidonado para un objeto que va a llevar tanto traqueteo, así que me puse a pensar para hallar otra solución, a ver quién me echaba un cable... y literalmente, me eché un cable yo misma... fuí tejiendo metiendo dentro un cable de teléfono, para dar consistencia a mi cesta para lanas.
Quería ponerle tapa, y, como es grandota, también quería un asa para agarrarla mejor. Había pensado en un asa alta, pero no me convencía junto con la tapa, así que hice dos asas pequeñas. Al final tiene pinta de olla multicolor, pero estoy contenta con ella.
La idea salió de esta otra cesta que estoy haciendo, con una técnica que aprendí de mi padre. El exterior es de rafia y cinta, en el interior, esparto machacado para darle consistencia: