Son de los últimos que he hecho esta primavera. Cada uno es una aventura (un mandala siempre lo es).
Haces el dibujo y te lo quedas mirando, no sabes qué colores vas a poner, y vas esperando a que el mandala te lo diga. Solo hay que tener un poco de paciencia, al final siempre el mandala acaba "hablándote".
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